Ni móviles, ni cámaras, ni una voz más alta que otra. La ley del come y calla se ha impuesto en uno de los restaurantes con más seguidores de una de las zonas más en alza de Brooklyn, Greenpoint. Y como su propio nombre indica, es un punto con muchos partidarios de la vida en verde: comida ecológica, mentes sanas en cuerpos sanos...
Es precisamente una inspiración espiritual, la forma silenciosa de comer en los monasterios budistas, lo que animó a Nicholas Neuman (28 años), chef y camarero de Eat, a experimentar —tras un iluminador viaje por India— con las comidas donde la boca se abre para masticar y tragar, no para hablar. Se sirve y se come en silencio durante una hora. Los camareros tampoco hablan, sonríen al menos. Y gesticulan. Como los comensales.
No hace falta pedir porque el menú, solo para 25 personas, está escrito a tiza en la pizarra. Los que no pueden más y se saltan la norma silente tienen que salir a los bancos de fuera del restaurante a seguir comiendo y hablando, si quieren, como cotorras.
¿Triunfaría en España una iniciativa así?
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